Dicen que la mejor manera de predecir el futuro es creándolo. Y es el ser humano, la única especie que ha logrado modificar su entorno, prolongar la vida, penetrar en las estructuras atómicas, caminar por la superficie lunar...
Todo esto, gracias a su cerebro, que posee grandes capacidades, como la de la inventiva y la del ingenio.
Potencialidades desarrolladas desde siempre, ya que el hombre y la mujer han tenido que encontrar la satisfacción de sus necesidades básicas, a través del invento de utensilios, accesorios y herramientas, prolongaciones de sus extremidades y de sus pensamientos, sirviéndose para ello de lo que la Naturaleza le provee.
Así, el hombre creó, crea y está diseñando su futuro, a través de sus acciones, es cierto, pero también, gracias a las grandes ideas que es capaz de concebir. Inventar es hallar o descubrir a fuerza de ingenio y silencio creador –meditación-, cosas nuevas o desconocidas. Pero no solamente así. Una mente preparada, alerta y sensible a su entorno, es capaz de descubrir también a través de la casualidad, proceso azaroso que encuentra la tierra fértil –inteligencias entrenadas- para que se desarrollen las grandes ideas.
Para inventar, el hombre debe disponer de su libre albedrío, pleno, con todo el derecho a llevar a cabo y materializar sus ideas creativas, teniendo como límite sólo sus posibilidades y su sentido de la ética. Eso es lo preferible. Sin embargo, lamentablemente el mundo de consumo de hoy no sólo limita, sino que coarta al ingenio y la inventiva, por las reglas del mercado que se imponen por sobre toda la creatividad humana, como un laberinto que mantiene cautivo al inventor.
Y es claro que no se puede inmovilizar, maniatar y condicionar al inventor de ninguna forma, ya que para él y el pájaro, la libertad y la vida son una misma cosa. Por otro lado, el comunicar a las generaciones presentes y futuras, el amor al conocimiento y el placer de crear, es la gran tarea.
De hecho, el progreso de la humanidad está en las manos de las personas con gran ingenio e inventiva, creativos e innovadores y que a fuerza de trabajo han logrado ser de esa manera. Así lo registra la historia y de ello depende la calidad de vida futura...
Dicen que si se acabara la tela adhesiva, muchos hospitales se vendrían abajo, dando a entender la importancia que tiene ese objeto en las tareas cotidianas de médicos y enfermeras. De igual forma, si no se tuviera un cuarto de baño, con el indispensable inodoro, qué diferente sería la vida. Cómo serían las ciudades –grandes o pequeñas- sin la estructura del arco arquitectónico y los dolores de cabeza sin los analgésicos; y lo difícil que sería cortar cualquier material sin las indispensables tijeras.
En fin, objetos cotidianos, que por ser tan familiares ya no reparamos en ellos, mucho menos en el inventor y lo que pasa por su mente para llegar a materializar su creación. Además, caemos en la cuenta que un invento generalmente lleva a otro, para su complemento y perfección. Dice Stanislas Lem, que las ideas son como las pulgas, saltan de un hombre a otro, pero no pican a todo el mundo.
Así, las obras innovadoras y geniales, se generan por las ideas que sólo se llevan a cabo en las mentes entrenadas para ser grandes, que orientan su ingenio, como un desafío para solucionar humanitariamente los problemas de este siglo...
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